Home > publicaciones > ARTICULO-EL HUMANITARISMO BUROCRATICO-MANUEL LOPEZ PEREZ

EL “HUMANITARISMO» BUROCRÁTICO 

Crítica Social 

Manuel López Pérez 

Escribimos esta nota alejados de todo asombro, porque el «humanitarismo» burocrático no es de hoy, ni exclusivo de los pancistas firmadores de “mónimas» que suelen ser requisitadas “a ruego” de los titulares del puesto público. Pero los deberes cívicos, los del periodismo, los de la hombría de bien, nos obligan a denunciar hechos –corrijanse o no–, porque tenemos que poner a salvo nuestra dignidad en el seno de la sociedad, haciendo honor a la naturaleza que nos dotó del uso de la razón, misma que nos ha permitido una modesta cultura; porque no hay que asesinar el derecho dentro de nuestra conciencia, con el pretexto de que no se nos hace caso. El deber es lanzar la protesta, la denuncia, aunque hubiera persecución.

En esta vez se trata de algo ocurrido en el Centro de Salud instalado en la Plaza del Carmen. Allí acudió una viejecita originaria de la Congregación de Antzihuacuaro –jurisdicción de nuestra Tenencia de Santa Fe del Río,- para que se le hicieran unos análisis, con propósito clínico. Se tomaron las muestras necesarias, pero enseguida apareció el problema de humanitarismo. Aquella mujer, de setenta años, sola, no tenía dinero para cubrir los gastos de espera –la indispensable para recoger sus análisis– y apenas si contaba con la cantidad correspondiente a su pasaje de regreso en vía camionera. Ni hablar, pues, de hotel y alimentación. Con la ingenuidad de la gente campo, que es hospitalaria, solicitó de la primera persona que tuvo a la mano un empleado que le permitieran pasar la noche sobre una de las bancas colocadas probablemente en salas de espera. Altaneramente se le dijo que “no era allí un hotel» pero que hablara con el Director del Centro para ver si daba el permiso, Satisfizo la ancianita aquella indicación, y el llamado director le dijo que dentro de dos horas procuraría resolver sobre la petición. Fue entonces cuando una joven médica y una señora moreliana, intervinieron, echando en cara al olímpico galeno (así, con minúscula,) su comportamiento fuera de la deontología vigente –no en su función burocrática– en su profesión.¿Serían necesarias dos «horas de luz solar» para que se iluminaran las estructuras sentimentales y lógicas del sucesor de Herófilo? ¿Se hacía necesario mucho tiempo para comprender el problema de una indigente, aún cuando su indigencia pudiera ser transitoria? ¿Era necesario consultar la Historia de la Medicina, el Código de Hamurabi, o las legislaciones de los países miembros de la ONU. para dar solución al ingente problema? 

¡Oh santos dioses y Tata Huriata (para no ser exotistas invocando a Tonatiuh que pertenece al cielo azteca), lanzando nuestros rayos, al menos de aquí en adelante, sobre la cabeza y el corazón de ese Director del Centro Médico instalado en la Plaza del Carmen, para que deje el espíritu burocrático tras la puerta de su mansión y llegue a su trabajo con el espíritu abierto a las altas instituciones del bien y la solidaridad humana! 

Que no se nos reproche la religiosidad de la invocación anterior. Gutiérrez Nájera –el Duque Job– en uno de sus bellos escritos, HISTORIA DE UN PESO FALSO, peso en que llega a fincar sus ilusiones un niño que es desencantado por el descubrimiento que hace un tendero de que la moneda es mala, clama a Jesucristo, recordando los prodigios que su poder se atribuyen, y la pregunta con tono deprecativo: ¿Por qué, si tantos milagros hiciste, Señor, no cegaste brevemente los ojos del tendero para que se logrará la mínima felicidad de un niño? Seanos permitido, pues, insistir: ¿Por qué no se recuerda a D. Vasco de Quiroga, noble viejo que convirtió pueblos enteros en hospitales? 

Enero 17 de 1976